Asi lo encontramos, y tomados de la mano nos refugiamos en el. Sobre su cuerpo nos sentamos a amarnos en secreto, a cruzar miles de palabras melosas, y tambien de temor. El banco solitario, olvidado, tenia nuestra presencia, y era observador de nuestras risas y llantos. Creo que al fin era feliz. N
osotros nos habiamos fijado en el. Su madera añosa y desteñida ya tenia una mision en aquella plaza de Hualpen.
osotros nos habiamos fijado en el. Su madera añosa y desteñida ya tenia una mision en aquella plaza de Hualpen.
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