lunes, 16 de julio de 2018

Mariana

Mariana cargaba ya en su cuerpo unos largos y transitados 80 años. Tenia los ojos tristes y de color nostalgico. Habia sido en sus mejores años una mujer fuerte, y una madre entregada a la crianza de 5 hijos.
Y por otro lado  habia tambien prestado su amoroso regazo a otras dos hijas putativas que la vida por accidente le habia otorgado. Ella; sin mezquindad les habia dado amor y  ademas la dulce leche de sus pechos.
Como muchas mujeres habia tambien amado; y eso fue' solo a su marido. El unico hombre que habia andado junto a ella por los caminos de la vida. Abnegadamente siempre le limpiaba sus pantalones, y con esmero hacia para el maravillas culinarias cada dia.
Mariana habia tenido un hermoso jardin en donde cultibaba las mas hermosas rosas que alguien pudo conocer. Eran rosas que en vez de espinas tenian en su tallo solo suaves hojas verdecinas y aterciopeladas. Y eso se debia a que al cuidarlas; ella les traspasaba a traves de sus manos la bondad de su corazon. Y por ello  sus rosas eran muy apetecidas. L gente las queria para  un regalo reconciliador.
Pero Mariana ahora estaba sola. Lenta y con la piel llena de surcos, y  con hasta sus lagrimas envejecidas. Y para alegrarse un poco el alma, alimentaba a las palomas que la acompañaban en la plaza del lugar. Ahi' miraba a los niños correr y evocaba su propia infancia tan lejana ya. Esa infancia de risas sin frenos y de emociones intensas y tan cristalinas.

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